Los conflictos territoriales de China han condicionado su política exterior desde 1949. Así, ha tenido problemas con varios de sus vecinos por culpa de unas fronteras no siempre bien definidas.
El ejemplo más clamoroso de frontera ambigua es el del límite que separa a China de la India, atravesando el Himalaya. En concreto, la demarcación entre ambos países sufrió las consecuencias de los vaivenes políticos en ambos países. La ambigüedad en la frontera sigue teniendo consecuencias, tal y como veremos en esta sección.
Sin embargo, los conflictos territoriales de China no se reducen a su vecino del sur. También tiene disputas por el control de islas y aguas territoriales tanto en el Mar de China Oriental como en el Mar de China Meridional. Ambos mares tienen una gran importancia estratégica, ya que sus aguas poseen importantes recursos naturales. Además, por ellas pasa la ruta que conecta la región con los océanos Pacífico e Índico, de gran importancia para el comercio internacional.
Igualmente, hay que destacar la condición fronteriza de regiones como el Tíbet, Xinjiang y Mongolia Interior. Las tres tienen una importante presencia de minorías étnicas. Por lo tanto, cualquier conflicto que ocurra en dichos territorios puede trascender los límites de China.
Finalmente, otras zonas pueden ser conflictivas en el futuro, como la frontera entre China y Rusia. En concreto, la despoblación del lado ruso contrasta con la presión demográfica sobre el lado chino. Si la situación continúa, la población china podría desbordar la frontera y, así, causar un conflicto entre ambos países.